FINITUD
Por Don Aurelio
Los viejos caminos
aquellos rieles orgullosos
que brillaban bajo el sol
en la siesta impiadosa de enero
duermen acunados
por la madera noble
que soporta su peso.
Duermen.
Velan.
Vigilan.
Aguardan el sonido
inconfundible
de las máquinas
que mueren lejos,
en donde nadie las recuerda
como estos rieles anhelantes.
Foto: fuente
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A los gritos desde el laberinto